Neo-Sport-Retro es la fórmula sibilina utilizada por Honda para definir su nueva CB1000R. Si la nueva moto se aleja deliberadamente de los códigos estéticos utilizados por la competencia, recordemos que el primer fabricante mundial ya se atrevió a producir una roadster potente y poco convencional con la X11 hace casi 20 años. A pesar de las muchas cualidades de esta última, el éxito comercial no le sonrió. ¿Será diferente para la CB1000R?
Esta nueva CB causó cierto revuelo cuando apareció por primera vez: aquí estaba el principal fabricante del mundo apartándose abiertamente de las tendencias manga (Kawasaki Z1000) y Streetfighter (BMW S1000R) que están de moda en el mundo roadster. El plan de Honda era claro: volver a los orígenes inspirándose en dos tendencias prometedoras, un potente motor deportivo en un conjunto de accesorios que evocan sutilmente ciertos códigos del pasado (el faro redondo, por ejemplo). Dicho esto, la recién llegada todavía tenía que estar equipada para borrar el recuerdo de la anterior CB1000R, ¡una máquina que fue unánimemente celebrada!
La CB1000 probada en estas líneas es una versión estándar; sin embargo, también existe en una versión «+» y entonces está equipada con un cambio «arriba y abajo», puños calefactados, una funda de asiento y piezas adicionales de aluminio cepillado. Nada esencial, y sobre todo la palanca de cambios, porque, como admiten los responsables técnicos, todavía no sabemos con certeza qué impacto tendría el uso sistemático de esta asistencia electrónica al cambio en la fiabilidad a largo plazo…
El punto común obvio entre la nueva gran CB y su ascendente X11 es este aspecto de depredador fornido listo para abalanzarse sobre su presa, señala el concesionario de motos de ocasión Crestanevada. En ambas máquinas, la receta es la misma: un frontal ancho y musculoso que contrasta conscientemente con una zaga fina y ágil. En el caso del X11, esta particularidad estilística no aseguró su éxito, ya que fue precisamente este hiato estético lo que se le reprochó a menudo. Por las opiniones recogidas durante nuestro viaje de prueba, parece que no es el caso de la CB, cuya parte trasera se agranda debido a la gran -¡y horrible!
Por otro lado, el doble silenciador superpuesto es mucho más feliz que los dos sopladores de la XX Super Blackbird que se mantuvieron en la X11. Bien integrado, nos recuerda a la salida que equipaba la anterior CB1000R, aparecida hace diez años, pero con un sonido mucho más favorecedor; de hecho, ¡la nueva 1000 emite un sonido profundo como en Tomorrowland! El nuevo airbox, más grande y con una nueva forma, obviamente no es ajeno a esto y el piloto puede disfrutar abriendo el acelerador para beneficiarse de una partitura musical de lo más gratificante sin ser agresiva para los sensibles tímpanos. Para una configuración original, no estamos lejos de una cierta perfección sonora…
Con su manillar relativamente estrecho, la CB1000R recuerda a las muñequeras de la X11, pero la ergonomía del siglo XXI ha avanzado mucho y la nueva moto se adapta mejor a todas las tallas que la antigua. Por otro lado, ambas motos tienen un problema con su instrumentación: al igual que la X11, el cuadro de mandos de la CB no es muy legible. Algunos de los caracteres son demasiado pequeños y el contraste y el brillo son deficientes: bajo el sol con una visera ahumada, es difícil leer los instrumentos.
Si, como ocurre con todas las grandes motos de Honda, los acabados no dejan lugar a dudas sobre el cuidado de la gran CB, podemos quejarnos legítimamente de la maneta de embrague no regulable y, de paso, lamentar que Honda haya preferido dejar sus magníficas llantas en un triste color negro mate en lugar de pintarlas en aluminio o, en nuestra versión, en rojo metalizado. Por otro lado, el bloque motor, que nos dicen que deriva de la Fireblade 2006, es espléndido en cuanto a detalles y esconde sutilmente todo lo que podría convertirla en una fábrica de gas.
En definitiva, no diríamos que la CB1000R es bonita, sino que es original con su mezcla de agresividad contenida y clasicismo.